No me había dado cuenta de que hacía tanto tiempo que no escribía nada. Perdonadme, pero he estado un poco liada… Qué os voy a contar, ¿no?
Vaya entrada en el nuevo curso que hemos tenido aquí en las Islas!! Desde aquí todo mi apoyo al colectivo de la educación, y a los padres y madres, que esto es un asunto de todos y todas.
De eso os quería hablar hoy, de educación. ¡Buah, en qué lío me voy a
meter! Pero bueno, ya sabéis es mi humilde opinión, y lo único que pretendo en
este blog es daros alguna cosa en qué pensar, aunque sea para llegar a la
conclusión de que estoy equivocada.
La educación de nuestros hijos e hijas es nuestra responsabilidad (vaya
obviedad, ¿no?), cosa que no quiere decir que estamos solos en esta tarea.
Hasta los dos años de edad, nuestros hijos dependen de nosotros para todo, y la
educación es exclusivamente cosa de las familias, si no han tenido que empezar
antes a la Escuela Infantil o tienen que hacerse cargo de ellos los abuelos la
mayor parte del tiempo. Es entonces cuando todas estas personas que están ahora
en la vida de nuestro hijo o hija nos pueden ayudar. Pero el esfuerzo mayor
tiene que venir de nosotros los padres.
La crianza de un hijo o una hija supone el proporcionarles un bienestar
bilógico, psicológico y social, cosa que significa:
1.
Cuidar de ellos, es decir, atender sus necesidades: de
alimentación, de cuidados corporales, pero también cognitivas, emocionales y
sociales. Se trata de aportarles los nutrientes necesarios para su desarrollo
físico, pero también experiencias que favorezcan su desarrollo sensorial,
emocional y cognitivo. Hoy en día, pero, es importante pensar antes de actuar:
¿quién lo necesita mi hijo o yo?
2.
Estimularlo para favorecer su desarrollo. No se
trata de comprarle los juegos más sofisticados o de empezar a hacer puzles
desde muy pequeños. Una buena manera de hacer esto es hablarles y contarles, p.
ej., que vais a poner una lavadora y que no podéis mezclar la camisa roja de
papá con los calcetines blancos porque destiñen, o que le has echado hoy al
bizcocho para que te saliera tan esponjoso, y si se lo contáis mientras lo
hacéis mucho mejor.
3.
Protegerlo, no sobreprotegerlo. Antes de decir
que no a que haga alguna cosa, pensemos si el miedo es real o el miedo es
nuestro.
4.
Educarlo. ¡Aquí viene el quid de la
cuestión! En la educación de nuestros hijos e hijas es importante el establecer
unas normas o límites (que tienen que
surgir de los conflictos que se nos pueden dar y adaptados a nuestra forma de
hacer las cosas); otorgarles responsabilidades
(que ayuden en casa, siempre teniendo en cuenta su edad. Más adelante dedicaré
un post a esto, mientras tanto, recordad: todo aquello que hace en la
escuela infantil o la escuela, puede hacerlo en casa); pero siempre, con afecto y comunicación.
Bueno, hasta aquí el post de hoy. Ahora me voy que me toca hacerle la cena
a Irene. ¿Qué inventaré hoy para que coma?
Reflexionad sobre todo esto y como siempre os animo a que si tenéis alguna
pregunta me la hagáis a través de este blog. También podéis buscarme en twitter
@Carme_Carrasco
Un abrazo
No hay comentarios:
Publicar un comentario